Desde la muerte y resurrección del Señor, la Pascua
fue celebrada indistintamente en viernes, sábado o domingo, hasta que, en el
año 325, el Concilio de Nicea, convocado por el emperador Constantino, acordó
que lo fuera “el primer domingo después de la primera luna llena que sigue al
equinoccio vernal”. Por ello, la Pascua de Resurrección nunca cae antes del 22
de marzo ni después del 25 de abril.
En la antiguedad, en muchas culturas el
huevo simbolizaba fertilidad, nacimiento y resurrección. Los egipcios
enterraban huevos en sus tumbas y los griegos los colocaban sobre las
sepulturas. Los romanos acuñaron el proverbio “toda vida procede de un huevo”,
y la leyenda asegura que Simón de Cirene, que ayudó a Cristo a trasladar la
cruz hasta el Calvario, tenía como oficio el de vendedor de huevos. Por tanto,
cuando la Iglesia empezó a celebrar la Resurrección, en el siglo II, utilizo
este símbolo popular y fácilmente identificable.
El riguroso ayuno y
abstinencia que antiguamente caracterizaba al período de Cuaresma introdujo
entre los cristianos la costumbre de bendecir
el sábado santo todos los huevos recogidos desde el miércoles de ceniza para
repartirlos entre los amigos el día de Pascua.
Durante varios siglos, a partir del siglo XV, en la costa mediterránea a excepción de la zona Andaluza, al llegar la Pascua, los pasteleros cocinaban unos bollos de harina, huevo y azúcar al horno, con uno o varios huevos duros incrustados en la superficie, que los padrinos y ó abuelos regalaban a sus ahijados y ó nietos dándole el nombre de "mona de Pascua". La palabra mona proviene del vocablo árabe “munna”, que quiere decir obsequio. Esta costumbre se realizaba consecutivamente durante doce años, hasta que el niño hacia la primera comunión. El numero de huevos de la mona era el mismo que el de años del infante protagonista del regalo. El niño correspondía con un verso, que imagino, que con trabajo y no menos vergüenza recitaba a su mentor.
Las primeras monas
que aparecieron eran de masa de pan común para pasar luego a la masa abizcochada
y huevos duros. Con el tiempo se fue
añadiendo el chocolate hasta que en el siglo XX este ingrediente deslumbró y desbancó a las
tortas con huevos y comenzó a parecer las figuras esculpidas en chocolate, que
han dado paso a autenticas obras de arte típicas de Cataluña y Levante.
"Mi Mona de Pascua"
Ingredientes:
- 550 gramos de harina de fuerza tamizada
- 25 gramos de levadura fresca de panadero
- 50 gramos de margarina
- 400 mL de leche
- 3 cucharadas de azúcar+1para espolvorear por la superficie
- Una pizca de sal
- 1 huevo para pintar
- Semilla de sésamo 2 cucharitas
Preparación:
- Diluir la levadura en leche tibia
- Añadir los demás ingredientes
- Trabajar la masa hasta que este elástica
- Colocar en un cuenco y tapar con un paño húmedo
- Dejar reposar dos horas
- Trabajar de nuevo la masa vigorosamente
- Colocar en forma de torta sobre un papel de horno
- Hundir los huevos previamente lavados
- Espolvorear con sésamo
- Dejar una hora en reposo
- Pintar con huevo batido y azúcar
- Introducir en horno a 180ºC durante 40 minutos
¡Qué aproveche!
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